El segundo libro que hemos leído este trimestre en nuestro club de lectura ha sido El sabueso de los Baskerville, de Arthur Conan Doyle, creador del detective más famoso de la historia de la literatura, Sherlock Holmes.
La novela se publicó por entregas en The Strand Magazine (1901-02) y en forma de libro en 1902. Fue la primera historia de Sherlock Holmes desde la impactante "muerte" del detective en el relato "El problema final" (1893), aunque se desarrolla antes de su muerte. La popularidad de El sabueso de los Baskerville sirvió para que Holmes "reviviera" en obras posteriores.
Basada en una leyenda local sobre un sabueso espectral que vagaba por Dartmoor, en Devonshire (Inglaterra), la historia se desarrolla en los páramos de Baskerville Hall y en el cercano Grimpen Bog, y la acción transcurre principalmente por la noche, cuando el terrorífico sabueso aúlla buscando sangre. Después de que Sir Charles Baskerville sea encontrado muerto, con la cara retorcida por el terror, Holmes es llamado para proteger a su heredero, Sir Henry Baskerville. El asistente de Holmes, el Dr. Watson, cuenta la historia y es enviado a Dartmoor mientras Holmes permanece ocupado en Londres.
En El sabueso de los Baskerville, Conan Doyle puso un énfasis inusual en el escenario espeluznante y la atmósfera misteriosa más que en la mente deductiva del héroe. De esta manera, combinaba, en realidad, sus dos grandes intereses, intereses, en apariencia, contradictorios, por otra parte, muy extendidos en el fin del siglo XIX y en los comienzos del XX: el mundo del ocultismo, el espiritismo, el más allá y la posibilidad de comunicarse con los seres queridos y la capacidad de una mente racional bien entrenada para resolver cualquier asunto vital y, especialmente, para desentrañar lo que pueda parecer ser el misterio más irracional.
Por otro lado, la propia creación de la novela se nos revela envuelta en el misterio, ya que hay sospechas de que Doyle robó la novela a otro escritor y periodista llamado Bertram Fletcher Robinson y que luego lo envenenó para evitar ser procesado. Se sabe a ciencia cierta que Robinson ayudó a Doyle a escribir la novela, aunque el alcance de su participación no está muy claro.
La novela, uno de los clásicos del misterio de todos los tiempos, gozó de gran popularidad. Empieza así:
El señor Sherlock Holmes, que de ordinario se levantaba muy tarde, excepto en las ocasiones nada infrecuentes en que no se acostaba en toda la noche, estaba desayunando.