miércoles, 31 de mayo de 2023

Eider Alonso Cebrián, de 3º C, nos deja su comentario sobre De Lukov con amor, de Mariana Zapata.

¡Gracias por colaborar, Eider! 


Jasmine una chica amante del patinaje artístico, que vive con su madre; comienza a asimilar que la oportunidad de dedicarse al patinaje de manera profesional se está esfumando. Todo son problemas, sin compañero, sin entrenadora, sin dinero…

Pero todo esto cambia cuando aparece una nota de la directora del complejo Lukov (las pista en la que ella entrena) en su taquilla. Piensa que se trata de un error al encontrarse allí con la persona que más detesta en el mundo, Iván Lukov (el mejor patinador de la última década); y se extraña aún más cuando su entrenadora le propone trabajar con él durante un año. Ella desconfía, ya que le resultaría muy difícil aguantar un año entero junto a esa persona, pero viendo que es su única y mejor oportunidad tendrá que aceptar…

Y reconsiderar muchas cosas, entre ellas a Iván Lukov.

 


 

Este libro escrito por Mariana Zapata y desarrollado en el ámbito del patinaje sobre hielo, superó mis expectativas dejándolo como una de mis lecturas favoritas de este año.

Tiene un romance sanísimo, a pesar de empezar siendo un enemys to lovers (lo que significa que los dos protagonistas se empiezan odiando y se llevan fatal), pero esto va evolucionando, ya que tras la petición de Iván deben de tratar de ser “amigos” (o por lo menos delante de la prensa…)

Cuenta con 440 páginas y 24 capítulos y estas son sus primeras líneas:


Cuando me caí de culo por quinta vez seguida, imaginé que era hora de dejarlo. Al menos por ese día. Ya podrían soportar mis nalgas otras dos horas de caídas al siguiente. Tal vez no les quedaba otra si no averiguaba que estaba haciendo mal, joder. Era el segundo día consecutivo que no conseguía aterrizar un puñetero salto.

Apoyándome en la nalga en la que había caído menos veces, resoplé de frustración y conseguí guardarme en la boca el <<me cago en la puta>> que ansiaba gratar; y cuando eché hacia atrás la cabeza hasta quedarme de cara al techo, me di cuenta casi de inmediato de que la decisión había sido un maldito error. Porque sabía lo que colgaba del techo en la cúpula del pabellón. Con mínimos cambios, era lo que llevaba viendo los últimos trece años.

Banderolas. Banderolas colgadas de las vigas. Banderolas con el nombre del mismo imbécil en todas. IVAN LUKOV. IVAN LUKOV. IVAN LUKOV. Y MÁS IVAN LUKOV.


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