viernes, 16 de junio de 2023

Comenzábamos nuestro blog con un comentario sobre The Waste Land de Eliot y Ulises de Joyce; así que es hoy, 16 de junio, Bloomsday, un día apropiado para cerrar el círculo: ¡feliz verano a todos!


El último relato que hemos leído en nuestro club de lectura, comentado, a su vez, en el programa de radio conducido por nuestros alumnos de 1º de bachillerato La palabra en Cima, ha sido El anillo de Sakuntala, en la versión de Alejandro Casona. El cuento original forma parte del Mahabharata, un extenso poema épico de antigüedad incalculable, transmitido oralmente de generación en generación y fijado por escrito, posiblemente, en torno al siglo III antes de Cristo. El Mahabharata es considerado, junto al Ramayana, un libro sagrado no revelado en la tradición hindú.

En el relato que nos ocupa, Sakuntala es una bella y dulce doncella que vive en el monte sagrado de los ascetas, cuidando de ellos y de las plantas y animales del bosque. Un día, el joven rey Dushyanta llega al bosque y se enamora completamente de ella, siendo, además, plenamente correspondido. Antes de regresar a la corte, el rey le entrega un anillo de oro con el sello real y el nombre grabados, diciéndole que cuando transcurran tantos días como letras tiene el nombre, debe ir a la corte a reunirse con él para celebrar el matrimonio, pero que, bajo ningún concepto, puede perder el anillo. Pasan los días y Sakuntala está tan absorta en el recuerdo del amor del rey que se olvida de atender a su deber para con los ascetas, concretamente para uno que llega de paso, quien, a modo de maldición, le advierte de que si pierde el anillo, el rey se olvidará de ella. Y, efectivamente, un día, mientras Sakuntala se está bañando en el río Ganges, pierde el anillo; y así, cuando va al palacio para casarse con el rey, éste no la reconoce. Sakuntala cae en una profunda tristeza, ante la cual, el joven rey decide consultar a un sabio, quien le dice que sabrán si la historia que cuenta Sakuntala es cierta cuando dé a luz a su hijo, el cual, de acuerdo con una profecía, llevará la marca de una rueda en la mano. Pero Sakuntala ni siquiera sabe que está embarazada y, sintiéndose avergonzada, huye del palacio y sufre durante años por el amor perdido. Tiempo después, un pescador encuentra el anillo en el estómago de un pez. Cuando el rey Dushyanta recibe el anillo, recuerda al instante y emprende una larga búsqueda que le llevará por fin, años más tarde, a reencontrarse con Sakuntala, después de haber hecho un alto en la montaña Cumbre de oro y ver a un niño jugando con un cachorro de león, lo que llama tanto su atención que le hace detenerse y comprobar que el niño tiene la marca de una rueda en su mano derecha. Dushyanta se postra ante Sakuntala, a quien reconoce al instante,  a pesar de las marcas de sufrimiento visibles en un rostro que aún conserva su belleza, le pide perdón y los tres regresan, felices, a su palacio.




En este relato de amor, encontramos varios símbolos tradicionales, como son: el rey y la doncella; el anillo de oro; el pez; el niño y el león o la marca de la rueda. Como nos recuerda A.K. Coomaraswamy, los elementos mágicos en los cuentos tradicionales son recordatorios eficaces de lo que una vez fue una doctrina metafísica universal, valga la redundancia. Desde este nivel metafísico de interpretación (al cual nos referiremos en esta entrada), en el compuesto de Espíritu, alma (o principio anímico y mental) y cuerpo que somos, el rey o príncipe corresponde al Espíritu, principio (es decir, no el comienzo de algo sino aquello por lo que algo es) de nuestro ser que habita en nosotros y que entregamos al morir. La joven es el alma: esta joven siempre se muestra con un carácter doble: por un lado es pura; por otro, es “responsable” de toda “caída” o separación, incluso aunque realmente no sea “culpable” de nada y la caída sea simplemente una caída en las fauces del Tiempo. El anillo representa, evidentemente, el vínculo entre Espíritu y alma, alianza de carácter solar (el sol es otro símbolo del Espíritu, cuyos rayos iluminan toda manifestación, al mismo tiempo que la "sujetan" a Sí Mismo),carácter este simbolizado por el oro, mineral que equivale en la tierra a lo que el sol es en el cielo. La pérdida del anillo, entonces, significa la separación entre alma y Espíritu, separación que implica una "caída", como decíamos antes, para el alma, y un "olvido" para el Espíritu. El alma vaga apenada porque siente que le falta algo, aunque, en realidad, no esté jamás sola, ya que lleva dentro la semilla que florecerá a su debido tiempo y que la devolverá a su "hogar", todo lo cual está manifiestamente representado en el niño capaz de dominar al león (animal solar, también). El comienzo de la recuperación del vínculo perdido se produce a través de un pez: el pez simboliza la capacidad de moverse a voluntad en las aguas (simbolizando estas, a su vez, el dominio psíquico en el microcosmos que es todo ser humano o el dominio sutil en el correspondiente macrocosmos que es el mundo). Cuando el alma se ha purificado a través de las vivencias oportunas, puede moverse a voluntad y encontrar de nuevo al Espíritu, encuentro que supone siempre una eucaristía, es decir, un agradecimiento, y una asimilación; de ahí que el anillo se encuentre en el estómago del pez y éste devenga un alimento que ya no es para el cuerpo, solamente, sino para el Espíritu, restableciéndose, de esta manera, la unidad original. Es entonces cuando el Espíritu nos recuerda y emprende nuestra "recuperación”, al ser consciente, una vez más, de su Amor por nosotros: no hay amor hacia lo que no se conoce y todo conocimiento, al igual que en la doctrina platónica de la recordación, es en verdad un reconocimiento, algo que seguramente entenderá perfectamente todo aquel que haya estado alguna vez realmente enamorado. 

El fruto de la unión, el niño en el cuento, posibilita el dominio de la manifestación entera, simbolizada esta por la rueda en la mano derecha, el dharma chakra de las tradiciones budista e hindú , entre otras. 

El fruto de la reunión es la vivencia de la no-dualidad, de la simultaneidad de todo en todo, la paz eterna: datta, dayadhvam, damyata.

Shantih shantih shantih


jueves, 15 de junio de 2023

 Janira do Rosario Fortes, de 3º ESO, nos remite su comentario y recomendación.

¡Gracias, Janire!



           

              Coraline, de Neil Gaiman


Coraline es una niña que acaba de mudarse a una vieja mansión con sus padres. Mientras ellos trabajan, la niña se entretiene explorando la casa y los alrededores; así es como conoce a sus vecinos: dos ancianas, la señorita Spink y la señorita Forcible, que viven debajo de su casa. Ambas fueron actrices de circo. Por otro lado, en el piso de arriba  vive un anciano que asegura que entrena a unos ratones para montar un circo. Después de esto, sale a explorar los alrededores y su propia casa; en esta, encuentra una pequeña puerta y le pide a su madre que la abra: al abrirla, se encuentra con una pared de ladrillos y, detrás, un mundo fantástico, atrayente y curiosamente parecido al suyo. 

Es un libro que me ha gustado mucho, muy entretenido y, aunque hay escenas de miedo, la intriga hace que no puedas dejar de leerlo. 


Comienza así:

Coraline descubrió  la puerta  al poco tiempo de mudarse  de casa. El edificio era muy antiguo: tenía un desván  debajo del tejado, un sótano al que se accedía por la planta baja y un jardín cubierto de vegetación  lleno de viejos árboles de gran tamaño.


Alejandro Carracedo Mantilla, de 3º B ESO, nos deja su comentario sobre El extranjero, de Albert Camus.

¡Muchas gracias, Alejandro!



EL EXTRANJERO.

Escrito por el gran dramaturgo y filósofo Albert Camus en 1942, narra la historia de Meursault, un hombre que siente una gran indiferencia ante todo lo que le rodea, incluso ante la muerte de su madre y su propia ejecución, mostrando únicamente preocupación cuando se va a aburrir o cuando habla con Marie (una compañera de trabajo suya) en la playa. Otra cosa que queda bastante bien reflejada al final del libro es que "no son nuestros actos los que nos hacen ser juzgados, sino cómo somos".

El propio libro presenta un protagonista con ideas absurdas, las cuales lleva a cabo de forma absurda, también. El comienzo del libro, pese a ser lo que más me gusta, se puede llegar a ver como la parte más pegajosa, pues casi todo son comentarios sobre lo que acontece en su vida, mientras que desde la mitad, más o menos, hasta el final, se presenta el motivo por el que el protagonista es condenado a pena de muerte. Dejo al lector el beneficio de la duda para que pueda leer este estupendo libro en paz.

Si alguien llega a leerlo, es posible que le coja un ligero odio al calor.

Sus primeras líneas son:

Hoy ha muerto mamá, o quizá ayer. No lo sé.

miércoles, 7 de junio de 2023

 Guillermo Fernández Pardo, de 3C, nos deja otro comentario, ahora sobre Crónicas de la torre I. El valle de los lobos, de Laura Gallego.

¡Gracias, Guillermo!

En el año 2000, Laura Gallego escribe esta novela de magia, amor y traición en un mundo lleno de maldiciones, animales y seres de todos los tipos.

Es de lectura fácil y perfecto para adolescentes. Está dividido en treinta y cinco capítulos muy bien conectados para que enganche a los lectores.

El libro trata de una niña llamada Dana, que tenía una vida normal hasta que dejó de serlo gracias a Kay, un niño que guarda un gran secreto que cobra sentido según pasan los capítulos de la novela, y al maestro, un hombre enigmático que traslada a Dana desde su casa en la granja hasta la torre, donde  promete enseñarle magia durante los siguientes años de su vida.


Trata del amor imposible, la muerte y, sobre todo, el ansia de poder.

Aunque el inicio de libro tiene un planteamiento muy extenso y tienes que leer unos cuantos capítulos para entender y seguir la trama, recomiendo este libro porque con el transcurso de las paginas, te puedes dar cuenta o por lo menos intuir quién es de verdad quién y cómo ocultan su pasado; además, trata temas muy interesantes.

Sin ninguna duda, leeré la segunda parte, ya que el epilogo me ha encantado.

El libro comienza así:

El viento azotaba sin piedad las ramas de los árboles, y su terrible rugido envolvía implacablemente la granja que soportaba las sacudidas con heroísmo, dejando escapar solo algún crujido ocasional en las envestidas más fuertes.


 Guillermo Fernández Pardo, de 3C, nos deja su comentario sobre La canción de Aquiles, de Madeline Miller

¡Gracias por tu participación, Guillermo!


LA CANCIÓN DE AQUILES

Madeline Miller

 

Tras un crimen imperdonable, Patroclo es desterrado por su padre y enviado a Ftía. Allí conoce a Aquiles, el príncipe de aquella región el cual sin saber nadie el porqué, se enamora de él y lo nombra su therapōn, una especie de hermano de armas o escudero.

Aquiles es todo lo contrario a Patroclo: el primero es fuerte, guapo y levanta pasiones entre los jóvenes con los que vive, mientras que Patroclo es débil, no es muy guapo y nunca ha hecho nada para honrar a su padre o a su patria.

Entre tanto, una batalla comienza en Troya y Aquiles, junto con Patroclo, debe correr a Troya, ya que una profecía promete darle honor a todo aquel que vaya a luchar. No todo es favorable para la pareja, ya que una profecía promete acabar con la vida de Aquiles si va a la guerra.

En la guerra se enfrentarán a numerosos peligros que bajo ningún concepto los separarán.

 


La obra nos hace reflexionar sobre temas como: la importancia de las promesas, el honor, la honra, la avaricia, el orgullo y finalmente, el triunfo del amor sobre la muerte.

En esta versión de la Ilíada contada desde el punto de vista de Patroclo, la autora dice “haber dejado crecer en su imaginación las semillas recogidas de la novela de Homero para poder modelar el misterioso personaje de Patroclo”.

La obra, a pesar de que el principio parece estar demasiado desarrollado, es, no solo por la magistral redacción de la autora, sino también por los temas que trata, una lectura amena, divertida y curiosa para lectores de todas las edades.

Recomiendo la lectura a personas a las que les guste la mitología, el amor y la historia, aunque si estás buscando una novela totalmente histórica, este no es tu libro.

La obra comienza de esta manera:

Mi padre fue rey e hijo de reyes. Era pequeño de estatura, al igual que la mayoría de nuestra gente, y tenía unos hombros enormes, como los de un toro. Desposó a mi madre cuando tenía catorce años y la sacerdotisa la declaró núbil. Se trataba de un buen partido: era hija única y el esposo recibiría la fortuna del padre.