Darío Soto Oviedo, alumno de 2º ESO, nos deja un magnífico comentario sobre todo un clásico: Peter Pan.
¡Muchas gracias, Darío!
No
consigo recordar la primera vez que oí hablar de este clásico cuento; creo que
a cualquier persona que le haga la pregunta tampoco sabría decirme exactamente
el momento en que conoció a Peter y a Wendy. Tan solo sé que un día, con seis o
siete años, sentí la necesidad de leer algo que nunca, nunca, nunca, por mucho
que creciese pudiera olvidar, un libro que me acompañara cada noche, un libro
que fuera mi libro preferido.
Entonces
llegó a mis manos Peter Pan, el libro con el que crecí y supongo que el libro
con el que seguiré creciendo. He de decir que yo ya había leído alguna que otra
adaptación, de esas con las que los niños aprenden a leer y es en eso en lo que me basé para elegir este
libro, por eso escogí esta novela, porque de pequeño me sentía identificado con
Peter. Siempre me había dado miedo el hecho de crecer y volverme aburrido como
los adultos, tan ocupados con sus cosas que nunca se permiten disfrutar
la vida como lo hace un niño. Ya con la edición original, mi hermana y yo
leíamos un capítulo antes de acostarme todos los días, a veces dos. Ella me
explicaba las palabras o frases que no entendía y, poco a poco, de aventura en
aventura, terminé el libro en poco más de un mes.
Pero
el libro no se acabó ahí para mí, me generó muchas preguntas, tantas que no
paraba de fantasear con el País de Nunca Jamás, donde nadie crecía, todos los
niños eran felices y los mayores no estaban invitados. También pensaba que, al
fin y al cabo, el Capitán Garfio, que a menudo es retratado como “el malo”, era
tan solo un hombre solitario que ha sido traicionado y abandonado por su
tripulación, atrapado en su soledad y violencia, pero al que podía llegar a
entender.
También me atraparon la imaginación y el mundo mágico del País de Nunca Jamás, con sus personajes fantásticos, como las hadas y los niños perdidos que para mí siempre fueron un gran misterio. Volar como los amigos de Peter o la magia de Campanilla, uno de mis personajes favoritos, al igual que Wendy, despertaban mi curiosidad.
Esta
novela trata temas tan complejos como el difícil paso entre la infancia y la
edad adulta y creo que lo hace muy bien, de una manera muy simbólica, que quizá
un niño de seis años no entienda del todo, pero muchos adultos pueden identificarse
con el hecho de no querer crecer y abandonar la niñez y, con ella, toda su
inocencia. Eso es lo que se refleja en la personalidad del protagonista.
Por
todo esto, por las noches con mi hermana y por mucho más, Peter Pan se lleva el
título de “mi libro preferido”. Sabe, como ningún otro, comprender a un niño y
consigue que los adultos se vean reflejados en una historia tan simple, pero
tan completa.
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